Cuando sobre aceite (de freír, de latas de atún, etc.) no hay que vertirlo por el fregadero, ni el WC, porque resulta muy costoso y difícil depurar esa grasa de los desagües. Se vierte en un bote cerrado y se tira a la basura. Existen alternativas más limpias aún, como almacenarlo y llevarlo a un punto de recogida municipal (punto verde), cuando tenga una cierta cantidad.

Lavar la fruta y verdura en un cuenco. Se ahorran 10 litros de agua.

Si fregamos los platos a mano, no hay que hacerlo con el grifo abierto.

Utilizar el lavavajillas sólo a plena carga al igual que la lavadora.

Es preferible ducharse a bañarse, porque se consume la cuarta parte de agua.

Podemos colocar un atomizador en la ducha. Es un pequeño "truco" que, al agregar aire al agua, da la impresión de aumentar el chorro con menor cantidad de agua.

Son recomendables los grifos monomando. Están diseñados para evitar que goteen.

Hay que reparar los grifos que gotean. Una gota por segundo se convierte en treinta litros al día. Ahorraremos agua y lo notaremos en la factura.

Tirar de la cadena del inodoro sólo cuando sea necesario. Ahorraremos los 6 u 8 litros que contiene la cisterna.

No hay que dejar el grifo abierto mientras nos cepillamos los dientes, podemos malgastar casi 20 litros de agua.

Hay que evitar los productos de limpieza más agresivos: entre otros, los limpiahornos, limpiadores de cuartos de baño, de alfombras, desatascadores, desinfectantes, abrillantadores y diversos compuestos amoniacales concentrados. Al verter estos productos por el desagüe, se dificulta enormemente la posterior depuración de las aguas, que algún día han de volver a nuestros grifos.

Utilizar la escoba en lugar de la manguera para limpiar patios y terrazas.

Si regamos el jardín, al amanecer o al anochecer, cuando el agua tarda más en evaporarse. No regar en días ventosos, en que el viento se lleva el agua. Por regar más no se conservará mejor el césped: la mayoría de los jardines reciben más agua de la que necesitan.